17 sept 2010

El Maracanazo



La mayor azaña en la historia del fútbol, una gran mística rodea a este partido, la final del Mundo: Brasil 1950.


Era el retorno de los mundiales luego de la segunda guerra mundial. El país que actuaría como anfitrión iba a ser Brasil en busca de nada más y nada menos que su primer Mundial. 
Luego de un fixture poco ortodoxo y anticuado para el fútbol actual, Brasil llegaba a la final con Uruguay, que por ese momento era la mayor potencia fútbolistica del planeta junto con Italia, pero, que no llegaría como favorita al desenlace de el torneo, debido que al conjunto verdeamarello (que por aquél entonces de equipación blanca), le bastaba con un empate para conseguir el trofeo.


Llegado el día del partido, el Maracaná era una caldera con más de 175.000 espectadores, aunque algunos se animan a decir que superaba las 200.000 personas...
Las camisetas y banderas con la leyenda "Brasil campeón 1950" estaban por doquier y se vendían como pan caliente.
Y fue con esa mentalidad que salieron los dirigidos por Flávio Costa al campo de juego, el panomarama era muy alentador, la gente rugiendo, locales, hambre de gloria, grandes jugadores, en fin todo estaba servido en bandeja de plata. Todo lo contrario pasaba en el otro vestuario en donde algunos dirigentes se dirigieron, valga la redundancia, a los jugadores con compación, diciendoles que perdiendo por menos de 4 a 0 ya "estaban echos" y que se podría considerar hasta como un triunfo.

Mientras los jugadores Celestes estaban con la moral por el piso, el capitán de la selección uruguaya, Obdulio Varela, apodado "El negro jefe", se lo veía con mucha fé a pesar de toda adversidad y dirigiendose al plantel entero dijo: "Ahora vamos a jugar como hombres. Nunca miren a la tribuna. El partido se juega abajo. Ellos son once y nosotros también. Este partido se gana con los huevos en la punta de los botines".

Llegada la hora del partido, todos los fotógrafos con la selección local, la gente en las gradas parecían animales. La alegría se multiplico al ver como la selección local con buen fútbol se imponía a los 47' minutos de partido por intermedio de Friaca.
Jules Rimet ya iba preparando el discurso para felicitar a Brasil campeón.
Pero a Obdulio Varela nada parecía afectarle, a lo que antes de sacar desde la mitad de la cancha se dirigió a sus compañeros y les dijo: "Muchachos, LOS DE AFUERA SON DE PALO".
Uruguay empezó a atacar y logró empatar el partido por intermedio de Juan Alberto Schiaffino a los 66'.
Al ver las caras palidas en los jugadores de Brasil, Varela se dió cuenta que Brasil les tenía miedo, y a pesar de que miles de brasileros bramaban en el estadio, Varela se dirigió nuevamente a los muchachos y les gritó: "Estos no nos pueden ganar nunca".
Todo un país se enmudeció cuando a los 79' Alcides Ghiggia logró conectar con la red y el 2 a 1 subió al marcador, el silencio fue tal que durante el resto de el partido se llegaban a oír a los jugadores uruguayos. Brasil tiró todo el equipo arriba pero en ningun momento pudo revertir el partido y fue vicotria Uruguaya. 

Mientras por el lado Uruguayo se vivía un sueño, eufória inexplicable, la gente se retiraba cabizbaja del estadio llorando.
Jules Rimet salió descolocado a entregar el premio a Brasil, pero al ver que nadie festejaba se limitó a darle el trofeo al capitán uruguayo y al no saber que decir, le estrechó la mano.
Varias fueron las consecuencias post-partido, suicidios, tragédia nacional y se dejó de usar la equipación blanca por superstición...


Uruguay fue campeon Mundial, pese a TODA adversidad. Obdulio Varela definitivamente se consagró como el mayor capitán de la historia, dueño de una inquebrantable fé y UNOS HUEVOS ENORMES.


Nunca abandones tus sueños.

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